«Por qué el Universo se expande pero mis faldas encojen.
Un soliloquio astronómico» (Segunda Parte)
Los departamentos de marketing de las grandes compañías textiles han conseguido grabar en nuestras neuronas el principio «cuanto más apretado, más cómodo» (en una ejecución magistral del doblepensar orwelliano)
Si se para uno a pensar (especialmente durante esas horas muertas en el trabajo), la idea de «moda» es de lo más extraña.
¿Cómo se le explicaría a un alienígena sin hablar antes de la lucha de clases, de la teoría platónica de la belleza, el difícil equilibrio entre el yo, el ello y el superyó, el narcisismo patológico y otras formas de desviación social?
Vaya, no es mal nombre para la próxima colección primavera-verano. Un poco largo, igual.
Sería interesante analizar si el sometimiento a imperativos estéticos (de mejor o peor gusto) aporta alguna ventaja evolutiva al ser humano. En caso afirmativo, ¿es que la biología no tenía otras prioridades? por ejemplo, desarrollar un tercer ojo. O telepatía. O deshacerse de las muelas del juicio…
No tengo nada en contra de la buena apariencia física, pero a veces la deriva roza el ridículo. No sólo por intentar caber en tallas minúsculas diseñadas por algún logaritmo informático en base a parámetros antropométricos imposibles (el mítico 90-60-90 o el engañoso 99-63-91) sino por intentar compensarlo con tallas únicas que no sientan bien absolutamente a nadie.
Mi estrategia ofensiva contra el imperio de la moda (porque el problema no está en vestir sino en que te visten) se basa en un ingrediente: el mascarpone (aunque no lo parezca, esto es un blog de cocina)
Ya puestos a atacar (y preveo una batalla dura e intensa), mejor hacerlo disfrutando.
Concretamente, con uno (o varios) de estos vasitos de mousse de fresa, nata y mascarpone:
Además de ser una de las variables fundamentales para el cálculo de la proporcionalidad inversa entre tallas y expansión del Universo, el mascarpone está delicioso.
Los ingredientes de esta mousse son prácticamente los mismos que los de la tarta fría de fresas, nata y mascarpone y el resultado es excepcionalmente bueno.
Se utilizan dos tipos de crema: una básica de nata, mascarpone y limón y otra a la que se añaden fresas trituradas. La disposición de las cremas en diagonal lo hace más presentable, aunque no es indispensable.
La cobertura la gelatina de fresas es el broche de oro de un postre perfecto y nada complicado.
Ingredientes (para 8-9 vasitos pequeños):
Ingredientes para la crema de fresa:
* 500 gr fresas
* 6,6 gr gelatina neutra (4 hojas, aprox)
* 50 gr tagatosa (o 100 gr azúcar)
* 2 cucharadas de agua
* 125 gr mascarpone
* 125 gr nata líquida para montar (35,1% mg)
* 20 gr tagatosa (o 40 gr azúcar)
Ingredientes para la crema blanca:
* 125 gr mascarpone
* 200 gr nata líquida para montar (35,1% mg)
* una pizca de ralladura de piel de limón
* 1 cucharadita rasa de tagatosa (o 2 cucharaditas rasas de azúcar)
Comenzamos con la crema de fresa, que irá en la parte inferior de los vasitos.
En primer lugar cocemos las fresas, igual que hicimos para la tarta fría de fresas, nata y mascarpone. Colocamos las fresas limpias y troceadas en un cazo con 100 gr azúcar (o 50 gr tagatosa) y el agua y dejamos que se cuezan a fuego medio (removiendo de vez en cuando) durante unos 5 minutos, o hasta que estén tiernas (pero no deshechas):
Separamos 325 gr de fresas (escurriendo el líquido sobrante), reservando el resto, y las trituramos con la batidora:
Ponemos en remojo 5 gr gelatina neutra (3 hojas, aprox) según las instrucciones del fabricante y vertemos el batido de fresas aún caliente, removiendo bien con unas varillas hasta que la gelatina se disuelva por completo:
Dejamos que la gelatina de fresas se temple y mientras tanto batimos el mascarpone y los 40 gr azúcar (o 20 gr tagatosa) durante unos segundos (lo justo para que se integren bien):
Agregamos la gelatina de fresas y batimos de nuevo:
Montamos la nata (ayuda que esté muy fría y hacerlo en un recipiente también frío) y la agregamos a la crema de mascarpone y fresas:
Utilizando una espátula, mezclamos la nata montada hasta estar totalmente integrada:
Para verter la crema en los vasitos, tenemos que inclinarlos para que la crema, al cuajarse, forme una diagonal.
Una forma es encajar los recipientes dentro de una bandeja para hornear madalenas. Deben quedar estables y no moverse:
Para verter la crema en los vasitos de forma limpia, tenemos que pasarla del bol a una jarra con vertedor. Con cuidado, rellenamos cada vasito hasta formar una diagonal:
Introducimos la bandeja en la nevera (¡que no se nos muevan los vasitos!) durante 1 hora, hasta que la crema esté cuajada:
Mientras tanto, preparamos la crema blanca:
Batimos el mascarpone, el azúcar (o edulcorante) y la ralladura de limón hasta obtener una crema suave (es importante no sobrebatir para evitar calentar en exceso el mascarpone):
En un recipiente aparte, montamos la nata igual que hicimos antes:
Agregamos la nata a la crema de mascarpone y la mezclamos con ayuda de una espátula y movimientos circulares, procurando que la nata no se baje:
Retiramos los vasitos de la nevera, comprobamos que la crema de fresas está cuajada y vertemos encima la crema de mascarpone:
Dado que la crema es bastante espesa, es importante golpear ligeramente los vasitos contra la palma de la mano para ayudar que la crema baje, se reparta de modo uniforme por todo el recipiente y no queden burbujas a la vista.
Volvemos a introducir los vasitos en la nevera durante un par de horas para que terminen de cuajarse.
Una vez la crema de mascarpone haya adquirido consistencia, podemos preparar la cobertura de gelatina de fresas:
Calentamos las fresas troceadas que habíamos reservado antes y ponemos en remojo 1,6 gr gelatina neutra (1 hoja, aprox)
Escurrimos y vertemos encima la gelatina las fresas calientes (incluido el líquido):
Dejamos que se temple unos minutos y repartimos una cucharadita sobre cada uno de los vasitos de mascarpone:
Refrigeramos de nuevo los vasitos (lo mejor es que reposen toda la noche) y los servimos bien fríos:
Se puede añadir una base de galletas trituradas, aunque al ser una ración pequeña, yo prefiero saborear el mascarpone y las fresas sin distracciones.
También se puede sustituir la ralladura de limón por ralladura de piel de naranja o por una pizca de vainilla.
Dudé en emplear gelatina para la cobertura de fresas, y quizá no sea imprescindible. Si utilizáis azúcar y dejáis caramelizar más tiempo las fresas durante la cocción, el líquido se espesará y conseguiréis una reducción parecida a una compota líquida. Creo que podría funcionar también muy bien sobre la mousse.
Espero que os sirvan para reponer fuerzas.
¡Las batallas no se ganan solas!
Tiempo: 2 horas y 45 minutos (preparación) + 12 horas (refrigeración)
Dificultad: media