Hace poco leí un artículo cuyo titular anunciaba «Los países más felices del mundo» (fuente Extra Bold a 20 puntos, lo que en tipografía equivale a un berrido) refiriéndose a un informe de 2017 de Naciones Unidas. Como cabía esperar, el «Top 10» lo copan 5 inevitables neo-paraísos escandinavos con Noruega a la cabeza (o nos tienen a todos muy engañados, o no sé qué hacemos nosotros todavía aquí), además de Suiza (por su fácil acceso al chocolate), Holanda (por su fácil acceso a otras sustancias), Canadá, Nueva Zelanda y Australia.
Mi opinión es que este tipo de estudios sirven para poco más que envolver el filete de pescado antes de guardarlo en la nevera (me recuerdan demasiado a articulos del estilo «los mejores lugares de Europa para besarse», con los que sospecho comparten veracidad y rigor) y me ha dado por pensar si entre las variables analizadas en el dichoso informe se ha tenido en cuenta la calidad de la gastronomía local, o la de sus restaurantes, o la simpatía de los camareros. O la facilidad para encontrar mesa, sin reserva previa, un viernes por la noche.
Como imagino que sí (de algún modo hay que llenar páginas y justificar la factura), ahora empiezo a entender por qué Australia ocupa la novena posición mundial.
No, lo de Noruega no tiene explicación posible, no le demos más vueltas.
Sólo conozco una receta australiana (que levante la mano quien sepa alguna más) pero es tan absolutamente perfecta, tan redonda, tan bonita y tan bien hecha, que merece estar en el «Top 10» del ranking de mejores recetas del planeta (y si todavía no existe, ¿a qué estamos esperando?)
Por supuesto, me refiero a los lamington.
Y a sus primos-hermanos, estas preciosas «galletas-lamington»:
Si pudiera pasarme el día comiendo lamingtons (al estilo clásico, en galleta o en brownie), apuesto a que mis niveles de felicidad en sangre subirían varios enteros.
La receta es muy sencilla: se parte de una receta-base de galleta de mantequilla y se replican los pasos del relleno, montaje y baño de chocolate.
No sé vosotros, pero después de leer «baño» y «chocolate» yo ya me siento mucho más feliz…
Ingredientes (para 25 galletas de 7 cm diámetro):
* 220 gr mantequilla a temperatura ambiente
* 2 huevos medianos
* 105 gr tagatosa (o 210 gr azúcar)
* ralladura de piel de un limón mediano
* 500 gr harina
* 5 gr (una cucharadita) levadura química de repostería
Ingredientes para el relleno:
* mermelada de fresa, frambuesa o frutos rojos (yo utilicé mermelada de fresa Helios «Diet» sin azúcar)
Ingredientes para la cobertura:
* 240 gr leche entera
* 60 gr mantequilla
* 140 gr chocolate para postres o de cobertura (yo utilicé chocolate «Valor» para fundir sin azúcar)
* 250 gr coco rallado deshidratado
En un recipiente grande, batimos huevos, el azúcar (o edulcorante) y la mantequilla con unas varillas (no ligará perfectamente, no hay problema):
Agregamos la ralladura de piel de limón:
Cambiamos las varillas por una pala para amasar o una espátula, y agregamos la harina, mezclada con la levadura química, poco a poco, mezclando al mismo tiempo, hasta obtener una masa compacta:
La trabajamos ligeramente con las manos para que se compacte bien y la dividimos en dos porciones iguales. Las envolvemos en plástico y las refrigeramos durante unos 30 minutos:
Transcurrido ese tiempo y una vez la masa se haya endurecido (no es necesario que esté como una piedra), retiramos una de las porciones y la estiramos con ayuda de un rodillo hasta obtener una plancha de 3mm de grosor. Con un cortapastas de 7cm de diámetro, recortamos las galletas:
Colocamos las galletas sobre una bandeja y las refrigeramos 10 minutos antes de hornearlas, para evitar que pierdan la forma con el calor.
Las horneamos durante 7-8 minutos (o hasta que los bordes comiencen a dorarse).
Las pasamos a una rejilla y dejamos que se templen:
Colocamos una cucharadita de mermelada sobre la mitad de las galletas:
Y las tapamos con la otra mitad para formar un bocadillo:
Colocamos los bocadillos sobre una bandeja, la tapamos con plástico o papel de aluminio y refrigeramos las galletas durante una noche (como mínimo, 3 horas)
Como en los lamington, este paso es importante para que los bocadillos se asienten y las tapas no se separen y se desmonte el bocadillo.
Cuando las galletas estén firmes y frías, preparamos el glaseado de chocolate.
Para ellos, mezclamos la mantequilla, el chocolate y la leche a fuego lento, removiendo constantemente, hasta que espese.
Los pasos son los mismos que para los lamington tradicionales.
Debemos obtener una cobertura similar a unas natillas ligeras. Buscamos una consistencia fluída que se escurra y gotee, pero suficientemente densa para cubrir la galleta. Conseguiremos ese punto cuando el chocolate cubra completamente el dorso de una cuchara.
Ahora, con cuidado (pero sin necesidad de una maña sobrenatural) y utilizando un par de tenedores, sumergimos los bocadillos de galleta en el chocolate fundido por ambos lados:
Dejamos que el exceso de chocolate termine de gotear y pasamos el coco a un plato con coco rallado. Es mejor ayudarse de las manos para cubrir la galleta con montoncitos de coco antes que revolverla y toquetearla demasiado con el tenedor (o provocaremos que el chocolate se despegue):
Colocamos las galletas sobre una bandeja para que el chocolate se enfríe completamente antes de…
… zampárselos todos.
Me gusta el contraste de la mermelada de fresa entre la galleta, pero podéis emplear otra mermelada de vuestro gusto.
O incluso experimentar con un triple bocadillo. Las cotas de felicidad subirían por las nubes.
Tiempo: 12 minutos (horneado) + 25 minutos (preparación) + 30 minutos (refrigerado) + 7 minutos (horneado)
Dificultad: media
Totalmente de acuerdo contigo, ahora mismo me daba yo un baño de chocolate mientras me comía tu caja de galletas. Que pinta por favor y que hambreeee!, como siempre que vengo a verte.
Muack
Me alegro que te gusten, Chelo. Y ahora que lo mencionas, los baños de chocolate tienen que ser estupendos para el cutis (¿o eso no cuela como excusa? X-)
¡Gracias por pasarte! 😀
++Besotes