Pese a la sabiduría acumulada por la Humanidad a lo largo de un buen puñado de milenios, hoy en día todavía existen grandes enigmas sin resolver.
Por ejemplo:
1º ¿Cuál es la naturaleza de la materia oscura?
2º ¿De dónde sale la antimateria? ¿La antimateria es lo mismo que la materia pero con signo negativo? ¿Puede restar la materia? (en caso afirmativo, que alguien explique cómo a mi báscula, por favor)
3º ¿Es factible un universo de 10 dimensiones, como postula la teoría de supercuerdas? Pues apuesto a que en alguna se me está viendo el escote…
4º O el más intrigante de todos los misterios jamás planteados al ser humano:
¿Cómo es posible que el Universo esté en constante expansión pero mis faldas encojan?
No pretendo saber la respuesta a ninguno de estos interrogantes (sobre todo porque aún tengo colgando la física de 3º BUP) sino traer un poco de calma y serenidad al agitado estado de vuestras conciencias. Y es que noto que, con la llegada del verano, el tema de la expansión acelerada del Universo en proporcionalidad inversa al tamaño de las tallas está quitándole el sueño a más de uno.
Si la argumentación escrita resulta demasiado abstracta, quizá ayude su formulación matemática, que vendría siendo así:
Vamos a ver, relativicemos:
El conocido como «Big Rip» tendrá lugar dentro de (hora más, hora menos) 10 millones de años, lo que nos da cierto margen.
Por otro lado, si el «Big Rip» (o su opuesto «Big Crunch») acaban con toda la vida conocida, ¿de verdad te vas a preocupar por lo que llevas puesto?
Después de un concienzudo análisis físico-cuántico de las dietas «operación bikini» (que tanta desdicha han traído a la Humanidad desde su publicación en alguna revistilla de tocador), he decidido que no me importa si el bañador me marca los michelines. Es más, estoy dispuesta a hacer proclama orgullosa de mis acomplejados michelines en homenaje a Edwin Powell Hubble y Milton Lasell Humason.
¿Que cómo pienso hacerlo?
Esta tarta me lo va a poner muy fácil:
Pese a mi mediocre expediente académico, siempre me he considerado una persona de ciencia. Y la ciencia exige experimentación.
Que levante la mano: ¿quién quiere experimentar con un trocito de tarta de fresa, nata y mascarpone cubierta de (más) nata y mascarpone?
La receta original es del blog «Glutenfree on a Shoestring», a la que añadí (sobre la marcha) una capa de gelatina de fresa intermedia que luce y sabe fantásticamente bien:
Desde un punto de vista estrictamente empírico (es decir, intentando refrenar mis inclinaciones naturales hacia cualquier cosa dulce que se me ponga al frente y basándome en el puro análisis objetivo), la tarta es simplemente deliciosa.
El relleno de mascarpone y nata es tan suave que se deshace en la boca como una auténtica mousse. Estuve tentada a incrementar la cantidad de gelatina, pero me encanta su textura.
No sé si es porque los bonitos remolinos de mascarpone me recuerdan a las espirales de Fibonacci, pero no puedo apartar los ojos de esta tarta…
La ciencia está servida:
Ingredientes (para un molde redondo de 23cm diámetro):
Ingredientes para la base:
* 225 gr galletas (yo utilicé galletas «Digestive» Gullón sin azúcar)
* 85 gr mantequilla semi fundida (no derretida)
Ingredientes para el relleno:
* 700 gr fresas limpias
* 3 ó 4 cucharadas de agua
* 70 gr tagatosa (o 140 gr azúcar)
* 14,4 gr gelatina neutra (aproximadamente 9 hojas)
* 250 gr nata líquida para montar (35,1% mg)
* 500 gr mascarpone
* 30 gr tagatosa (o 60 gr azúcar)
Ingredientes para la cobertura:
* 345 gr mascarpone
* 150 gr nata líquida para montar (35,1% mg)
* 1 cucharada sopera rasa de tagatosa (o 2 cucharadas soperas rasas de azúcar)
* una pizca de vainilla natural (opcional)
* una cucharadita de fresas liofilizadas en grano o en polvo (opcional) (para decorar)
Comenzamos preparando la base de galletas de la tarta.
Para ello, trituramos las galletas hasta convertirlas en un polvo fino. Yo siempre las coloco dentro de dos bolsitas de plástico para bocadillos y paso el rodillo por encima:
Mezclamos el polvo de galletas con la mantequilla semi fundida hasta obtener unas migas:
Engrasamos el fondo y las paredes de un molde redondo de aro desmontable y repartimos la pasta de galletas, apretando bien con los dedos y el puño:
Introducimos el molde en la nevera y dejamos que la base se enfríe mientras preparamos el relleno y la capa de gelatina de fresas:
En un cazo grande hervimos las fresas limpias (sin rabito) cortadas por la mitad (si son muy grandes) con las cucharadas de agua y 140 gr azúcar (o 70 gr tagatosa) y dejamos que se cuezan a fuego medio durante unos 5 minutos, o hasta que estén blandas:
Mientras las fresas se cuecen, separamos 11,2 gr gelatina (aproximadamente 7 hojas) y las ponemos en remojo, siguiendo las instrucciones del paquete.
Retiramos las fresas y las escurrimos un poco para eliminar el exceso de líquido que hayan soltado.
Las trituramos con la batidora hasta que no queden grumos ni pedazos visibles y las agregamos a la gelatina escurrida, mezclando bien con una cuchara o unas varillas para que se deshaga completamente:
Dejamos que se temple y reservamos.
En un bol grande mezclamos el mascarpone con los 60 gr azúcar (o 30 gr tagatosa) durante unos segundos (es preferible no sobre batir):
Separamos 250 gramos de batido de fresas (equivale a la medida de 1 taza) y lo añadimos a la crema de mascarpone.
Con el batido de gelatina restante prepararemos la capa intermedia (una mente avispada se habrá dado cuenta de que he incrementado la proporción de fresas, agua, azúcar y gelatina de la receta original, y el motivo es conseguir más cantidad para poder hacer esta capa en lugar de desechar el sobrante de gelatina que no se emplea en el relleno):
En otro recipiente montamos la nata con unas varillas eléctricas hasta que forme picos (ayuda que tanto el recipiente como la nata estén muy fríos):
Agregamos la nata a la crema de mascarpone y fresas y con ayuda de una espátula, la mezclamos para que se incorpore:
Vertemos la crema en el molde y lo introducimos en la nevera de 90 minutos a 2 horas. Este es el tiempo necesario para que el relleno se asiente y podamos cubrirlo con la capa de gelatina de fresas:
Cuando falte poco para que se cumpla el tiempo, ponemos en remojo el resto de la gelatina (3,2 gr equivalentes a 2 hojas, más o menos) mientras calentamos el batido de fresas reservado (recordad que para las preparaciones frías la gelatina tiene que agregarse siempre en caliente)
Mezclamos el batido con la gelatina escurrida hasta que se disuelva completamente y dejamos que se temple hasta que retiremos la tarta de la nevera.
Una vez tibia, la vertemos sobre la tarta sin desmoldar:
Volvemos a introducir el molde en la nevera y dejamos que se enfríe durante un mínimo de 12 horas.
Transcurrido ese tiempo, podemos desmoldarla con cuidado (para que no se rompa, podemos pasar un cuchillo mojado en agua por el contorno de la tarta para separarla de las paredes del aro):
Por último, preparamos la cobertura de nata y mascarpone.
En un recipiente grande mezclamos el mascarpone con el azúcar (o edulcorante) y una pizca de vainilla:
En otro bol grande montamos la nata:
Agregamos la nata al mascarpone poco a poco, mientras la integramos con ayuda de una espátula mediante movimientos suaves y envolventes, procurando que no baje la nata:
Introducimos la crema de nata y mascarpone en una manga pastelera con una boquilla de estrella y decoramos la superficie de la tarta con rosas superpuestas (o cualquier otra decoración que os guste):
Para un toque final super profesional podéis espolvorear una pizca de fresa liofilizada triturada sobre la cobertura (yo aproveché los granos que soltaron unas galletas de yogur y fresa que tenía por casa) No es imprescindible porque no aportan sabor y son un añadido puramente estético.
De un modo u otro, la tarta es preciosa:
Para contarla, conviene hacerlo con un cuchillo afilado humedecido en agua (así conseguiréis un corte limpio)
Y por supuesto, debéis conservarla en la nevera en el improbable caso de que no se consuma en el día.
No garantizo que la tarta ayude en la difícil comprensión de los misterios de la física, pero hará la tarea mucho más agradable.
Tiempo: 2 horas y 45 minutos (preparación) + 12 horas (refrigeración)
Dificultad: media