Hace pocos días celebramos la despedida de un compañero de trabajo por prejubilación. Nuestro regalo fue un reloj. Pero no el clásico reloj de oro fardón, elegante y exclusivo, sino una moderna pulsera de actividad que mide los pasos, la frecuencia cardíaca, las calorías consumidas, el sudor y otra media docena de cosas más que uno desconocía de su propio cuerpo.
No tengo claro que el regalo le haya gustado mucho (sospecho que esperaba el reloj de oro o, conociéndonos, al menos uno chapado), y eso me ha hecho recordar mis tristes antecedentes gimnásticos.
No quiero ser injusta y quitarle mérito a mi profesora: la culpa es enteramente suya. Y lo dejo claro porque ya es difícil conseguir que uno acabe odiando cualquier tipo de deporte, ya sea de velocidad, de pelota o de resistencia.
Veinte años después de sudar la última camiseta, mi filosofía es simple: el mejor deporte es el que practican otros.
Y preferiblemente, lejos. No hay nada tan peligroso como exponerse a los perniciosos efectos de un grupo de adictos al ejercicio físico, que con el inocente anímate-que-contigo-somos-cuatro-y-así-podemos-jugar-a-dobles-y-lo-pasaremos-bomba acaban arrastrándote a una espiral destructiva de flato y agujetas de la que es muy difícil salir.
Solo hay dos cosas que me soliviantan más que una clase de gimnasia:
1. La gente que sujeta el paraguas como si fuera una bayoneta.
2. El poder de succión que ejercen los bajos de la cama (y los bajos de la cómoda y los bajos del sofá) cuando algo se cae al suelo y… ¿adivinas a dónde ha ido a parar?
Pero, a pesar de todo lo anterior, hay un caso en el que me plantearía volver a practicar deporte de forma activa.
Para quemar las calorías de esta deliciosa pizza:
Sé que esta receta tiene algo tremendamente tentador y es la mención (por partida doble) de la palabra «cerveza».
No es extraño utilizarla para preparar masas de pan, ya que la levadura de la propia cerveza ayuda a la fermentación. La receta original es de la página Food52 y es muy difícil resistirse.
A mí me gusta incorporar especias a la masa base, y el orégano o la albahaca siempre combinan estupendamente.
Además de incorporar cerveza en la preparación de la masa, la añadí en la propia salsa para de darle perfume y sabor, y os aseguro que funciona.
Hay que tener cuidado con el punto de sal porque la cerveza acentúa los salados, de modo que es mejor no añadirla a la salsa y reprimirse con la cantidad de bacon (ya, es complicado)
Lo preferible en este caso es emplear butifarra blanca, porque tiene sabor sin ser picante ni resultar pesada.
Ingredientes (para 2 personas):
Ingredientes para la masa:
* 215 gr harina
* 65 gr harina integral (yo utilicé harina de espelta integral)
* 115 gr cerveza tibia (yo utilicé una cerveza rubia rica en lúpulo y malta)
* 55-65 gr agua tibia
* 5,5 gr levadura seca de panadería (o el doble de levadura fresca)
* 1 cucharadita de orégano
* 1 cucharadita de sal
Resto de ingredientes:
* 1 cebolla pequeña
* 40 gr rodajas de butifarra blanca o de salchicha o de bacon ahumado
* unas rodajas de pimiento amarillo pequeño
* 4 espárragos verdes finos
* una pizca de pimienta negra molida
* una pizca de orégano
* una pizca de albahaca
* salsa de tomate triturado
* 40 gr (medio vasito de vino, aprox) de cerveza
* 4 tomatitos deshidratados en aceite
* mozzarella y queso emmental rallados
Hay muchos tipos de cerveza posibles a escoger. Después de leer un poco sobre el tema, parece que la cerveza más adecuada para masas de pan es una rica en lúpulo, con un ligero toque amargo. Para la salsa escogí una cerveza oscura envejecida con tonos afrutados (eso es lo que ponía en la etiqueta, al menos)
La primera y la segunda de estas cervezas fueron mis opciones, aunque la elección depende también del gusto de cada uno:
Comenzamos preparando la masa un día antes de preparar la pizza.
Para ello mezclamos en un bol o cuenco grande todos los ingredientes (la sal siempre la agregamos al final y evitando que entre en contacto directo con la levadura) y amasamos durante 8 minutos con una amasadora (algo más si lo hacemos a mano) hasta obtener una masa fina, sin grumos y ligeramente pegajosa:
Formamos una bola, tapamos el cuenco con un paño o plástico, y dejamos que repose en un lugar cálido (por ejemplo, el interior del horno a 30ºc) durante 1 hora o hasta que doble de volumen:
Una vez haya crecido, guardamos la masa en la nevera hasta el día siguiente. Yo la dejé toda la noche refrigerando y la retiré a la mañana siguiente:
Retiramos la masa de la nevera, espolvoreamos la superficie de trabajo ligeramente y estiramos la masa con el rodillo para darle forma circular:
Podemos emplear una piedra de horno, un molde agujereado para pizzas o simplemente la bandeja del horno. Transportamos la masa (recordad engrasar y enharinar debidamente el molde) y la ajustamos formando unos pequeños bordes:
Tapamos la masa y dejamos que repose.
Mientras tanto, preparamos la salsa:
Cortamos la cebolla en aros y la freímos en aceite caliente hasta que comience a dorarse:
Agregamos las tiras de bacon o las rodajas de salchicha o butifarra y las freímos unos minutos a fuego alto para que tomen color:
Agregamos las tiras de pimiento amarillo y los espárragos cortados en trozos medianos. Espolvoreamos con orégano, albahaca y pimienta negra molida:
Siempre con el fuego medio-alto, agregamos el tomate triturado:
Por último, agregamos la cerveza:
Bajamos el fuego, tapamos la sartén y dejamos que la salsa se reduzca durante unos 10 minutos.
Una vez lista, la repartimos sobre la masa:
Agregamos los tomatitos en aceite y el orégano:
Espolvoreamos con queso rallado:
Introducimos la masa en el horno, precalentado a 200ºC, durante unos 15 ó 20 minutos (ojo: ¡cada horno es diferente!) o hasta que el queso se haya fundido y los bordes de la pizza estén dorados.
La pizza admite los ingredientes que uno prefiera. Puede eliminarse la carne y optar por una pizza exclusivamente vegetal, o utilizar una combinación de 4 quesos fundentes (eso siempre es un acierto)
Tiempo: 12 horas (fermentación) + 15 minutos (preparación) + 20 minutos (horneado)
Dificultad: baja