Los nombres de las recetas cada vez me salen más largos, lo sé.
Y eso que suelo desconfiar de la bondad de una receta cuando la longitud del título supera las dos líneas. Los mejores platos son los que se describen sin perífrasis innecesarias, sólo con una o dos palabras.
Por ejemplo, a las «natillas» o al «tiramisú» no hace falta envolverlos en más explicaciones.
Las cartas de algunos restaurantes son realmente creativas, con todo un juego de metáforas y circunloquios para despistar al personal (cuánto poeta frustrado se esconde tras esos fogones) Por ejemplo, las que comienzan por «sinfonía de…» o «fantasía de…» Otros nombres provocan deliberadamente el equívoco, como el conocido «rollito de primavera».
Pero la palma se la lleva el ficticio plato «lopadotemajoselajogaleokranioleipsanodrimipotrimmatosilfiokarabomelitokatakejimenokijlepikossifofatoperisteralektrionoptekefaliokinklopeleiolagoiosiraiobafetraganopterigón», que era, supuestamente, una fricasé y la palabra más larga de la literatura (incluida la galesa)
En una categoría diferente están todos esos platos deconstruídos y moleculizados a base de esferificaciones y vaporizaciones (con nombres tan sugerentes como «tempura al azafrán con emulsión de ostra»), aunque más que experiencias culinarias a mí me recuerdan a las clases de encantamientos de Harry Potter. En todo caso, eso da para una discusión aparte.
Vamos, nada que ver con estas sencillas, bonitas y deliciosas galletas dobles (sí, ese es un nombre mucho más corto):
Cada vez que veo una galleta doble me acuerdo de aquel relato breve sobre el conde de Sandwich y sus prometedores avances y estrepitosos fracasos para inventar el famoso bocadillo. Como en esa historia, creo que el inventor de la galleta doble merece un reconocimiento público. La idea es brillante, y permite tantas variaciones (ahí están las galletitas Linzer o Spitzbuben) que las posibilidades son infinitas.
La receta original es del blog «Formine e Mattarello», aunque para la masa he seguido mi receta de Spitzbuben y para el relleno he optado por una crema ligera a base de almendra molida, huevo y ralladura de piel de naranja, que aporta un precioso color y un sabor a cítricos muy apropiado para esta época del año.
De hecho, encuentro que estas galletas son una alternativa muy presentable a los turrones, polvorones, mazapanes y demás (deliciosas) bombas calóricas.
Aunque requieren varios pasos, no son difíciles de preparar, y el resultado merece el esfuerzo.
Ingredientes (para 22 unidades, aprox)
* 1 huevo
* 45 gr tagatosa (o 90 gr azúcar glas)
* 70 gr mantequilla
* 65 gr nueces peladas
* una pizca de sal
* una pizca de vainilla
* 250 gr harina
* una cucharadita de levadura química de repostería
Ingredientes para el relleno:
* 50 gr almendra molida
* 25 gr tagatosa (o 50 gr azúcar)
* 1 huevo
* una cucharada de ralladura de piel de naranja
Ingredientes para la cobertura:
* 200 gr chocolate de cobertura (yo utilicé chocolate «Valor» para fundir sin azúcar)
* nueces peladas y partidas por la mitad
Preparamos la crema de almendra y naranja mezclando todos los ingredientes con unas varillas en un bol o un recipiente alto:
Refrigeramos un mínimo de 4 horas (o toda la noche):
Para la masa de galletas, mezclamos la mantequilla, la vainilla y el huevo:
Molemos las nueces (yo utilizo un molinillo de café corriente) y las incorporamos a la mezcla anterior:
Agregamos la harina poco a poco y la incorporamos utilizando una espátula o la mariposa de una amasadora hasta que todos los ingredientes se compacten y la masa se desprenda de las paredes del molde:
Formamos una bola, la aplastamos ligeramente, la envolvemos en plástico transparentey la refrigeramos en la nevera durante 1 hora y media (hasta que esté firme pero no dura como una piedra):
Transcurrido ese tiempo, retiramos la masa de la nevera y, con ayuda de un rodillo, la estiramos entre dos hojas de papel de horno para obtener una plancha de unos 3-4 mm de grosor:
Utilizando un cortapastas redondo de 3cm de diámetro, recortamos las piezas y las vamos colocando sobre una fuente cubierta con papel de horno:
Introducimos la bandeja en el horno, previamente calentado a 180ºC, a media altura, durante unos 13 minutos (ojo: ¡cada horno es diferente!) o hasta que los bordes de las galletas estén dorados.
Esta es la primera tanda de galletas ya horneada (en total, obtuve 44 piezas que, montadas, suman 22 galletas):
Las dejamos templar sobre una rejilla y cuando estén frías, las rellenamos con una cucharadita de crema de almendras y naranja (procurad que el lado bonito de la galleta quede en la parte exterior):
Formamos un bocadillo utilizando otra galleta como tapa (de nuevo, procurad que el lado bonito de la galleta quede en el lado exterior):
En este punto podéis optar por refrigerar las galletas, así montadas, y continuar con el baño de chocolate más tarde o incluso al día siguiente. Yo lo hice así por temas logísticos y os garantizo que la galleta no se humedece. Al contrario, creo que el hecho de que la masa esté fría ayuda después a que el chocolate de la cobertura se seque con más rapidez.
Para la cobertura, troceamos la tableta de chocolate en onzas y las calentamos en el microondas (con función descongelar, o a la menor intensidad posible, para que no se queme el chocolate) hasta que comience a fundirse. Para evitar que se queme, lo retiramos aunque algunas onzas sigan enteras: removiendo con una cuchara y gracias al calor remanente, terminarán de fundirse:
Mojamos las galletas en el chocolate fundido, las colocamos sobre la rejilla y las decoramos con la media nuez mondada:
Yo coloqué la nuez paralela a la línea de chocolate (clara deformación cartesiana), pero creo que queda más bonito si la colocáis perpendicular al chocolate (y además, es posible que se pegue mejor)
Dejamos que la glasa de chocolate se seque completamente antes de manipularlas (podéis introducirlas en la nevera para agilizar el proceso)
Aunque bonitas, ya lo son un rato largo:
Una vez preparadas deben conservarse en la nevera ya que el relleno de crema contiene huevo crudo. Sacadlas unos minutos antes, si queréis tomarlas a temperatura ambiente, aunque mojadas en un buen café o un té están estupendas de cualquier forma.
Tiempo: 30 minutos (preparación) + 1 hora y 30 minutos (regrigerado) + 13 minutos (horneado)
Dificultad: baja