Tened un poquito de comprensión. Es normal que las tiendas de disfraces y las salas de fiestas quieran para sí una celebración con que animar la recaudación de caja estos meses de bajón consumista previos a Navidad…
Ya la tiene el gremio de bares y licorerías gracias a San Patricio y la famosa cadena de grandes almacenes (donde siempre es primavera) con el empalagoso San Valentín (la más veterana de las celebraciones-anuncio)
Así es que si hay que celebrar Halloween para activar la venta de colmillos postizos y dulces de broma, y echar el día despepitando calabazas con un cuchillo carnicero y la cara cubierta con la máscara de Scary Movie, pues se hace. Y si hay que enviar a los hijos a llamar a las puertas de vecinos desconocidos y aceptar caramelos de manos de extraños, pues también se hace. No os quejéis, siempre podría ser peor. Podríamos acabar celebrando el Día de Acción de Gracias trinchando un pavo asado (con su inevitable salsa de arándanos, of course) junto a una chimenea imaginaria.
Inspirad hondo, relajad los músculos y tomaos con mucha filosofía todo lo que está por venir esta semana…
Y mientras hacéis todo eso, aflojad también la mandíbula para hincarle el diente a una de estas preciosidades:
Como no sólo se vive de pasteles-cementerio, galletas-dedo-de-bruja y arañas de chocolate, se me ocurrió preparar estos buñuelos rellenos, aprovechando que los buñuelos de viento son un dulce típico del día de Todos los Santos.
El lector sagaz dirá:
«Ya conozco yo estos buñuelos: son los archifamosos frittelle veneziane y esos se toman en Carnaval, no en Noviembre. Más que listilla» (además de sagaz, es mordaz)
Cierto. Ando pelín despistada con el calendario litúrgico (algo que mi madre no me perdonará nunca), pero después de encontrarme con esta delicia en el blog «Life Love Food», entenderéis que me tomara la licencia de saltarme unas cuantas hojas del calendario…
Pero acercaos más, no seáis tímidos…
Con semejante miga y relleno (pasas, piñones y fruta confitada) es difícil resistirse. La masa es una sinfonía de colores y aromas. La receta original emplea grappa (un dulce italiano similar al orujo) que yo sustituí por anís, así es que el perfume es sensacional.
La receta no tiene complicación, aunque la masa resulta un poco pegajosa y yo preferí utilizar una amasadora en lugar de trabajar los ingredientes manualmente con un cucharón o una espátula.
Seguí las instrucciones de la receta original y empleé harina común, pero podría utilizarse harina de fuerza, ya que es una masa rica en grasas y los tiempos de reposo son largos.
Una advertencia: esta masa es para consumir nada más prepararla, así es que no vale dejarlos hechos de un día para otro ni con muchas horas de antelación (a menos que vuestro plan sea utilizar los buñuelos como balines arrojadizos…)
Ingredientes (para 25 unidades, aprox):
* 100 gr pasas (sin semillas)
* 120 gr licor de anís dulce (o aguardiente de orujo)
* 500 gr harina de fuerza
* 40 gr tagatosa (o 80 gr azúcar) (y más para espolvorear)
* 25 gr levadura fresca de panadería (o la mitad de levadura seca de panadería)
* ralladura de piel de un limón
* una pizca de sal
* 2 huevos grandes
* 180 gr leche templada
* 60 gr piñones
* 50 gr corteza de naranja confitada (yo utilicé orejones secos)
* aceite de girasol (para freír)
Además de las ilustrativas fotos paso-a-paso, podéis ojear el fantástico vídeo musical de estos buñuelos venecianos en el canal de Youtube de Rico sin Azúcar:
Empezamos macerando las pasas en el anís. Tapamos el recipiente y las dejamos un mínimo de 1 hora. Yo las dejé macerar todo el viernes por la noche con la idea de preparar la masa el sábado:
Tostamos los pìñones en una sartén (sin aceite) hasta que comiencen a dorarse:
Reservamos.
Tomamos los orejones y los cortamos en trozos pequeños:
Reservamos.
En un recipiente grande mezclamos la harina, el azúcar (o edulcorante), la levadura (si la utilizamos fresca, la desmenuzamos con los dedos) y la ralladura de piel de un limón (previamente lavado):
Agregamos los huevos:
Agregamos la leche templada y una pizca de sal:
Con ayuda de una espátula, si lo hacemos a mano, o con el garfio de una amasadora, mezclamos los ingredientes hasta que queden ligados:
Agregamos los orejones troceados:
Agregamos los piñones tostados y las pasas maceradas con el propio anís:
Amasamos a mano o con la amasadora (a velocidad mínima) hasta que los ingredientes se compacten y obtengamos una masa elástica y pegajosa al tacto, pero que se desprenda de las paredes del molde si la trabajamos con una espátula o una rasqueta:
Tras 8 minutos la masa ya se despegaba de las paredes del molde:
Y podía trabajarse con una rasqueta:
Tapamos el recipiente con plástico o con un paño y dejamos fermentar la masa entre dos y tres horas, o hasta que haya triplicado su volumen (yo suelo dejarla siempre en el interior del horno encendido a 30ºC):
Este era su aspecto al cabo de 1 hora:
Y al cabo de 3 horas y media:
Llegado este punto, ya era demasiado tarde para cocinar y sacar fotos decentes, así es que guardé el recipiente en la nevera y lo dejé toda la noche del sábado para continuar con la receta la siguiente mañana del domingo.
Así lucía la masa al sacarla del frigorífico:
En un cazo calentamos el aceite de girasol hasta que alcance una temperatura de 180ºC. Lo del termómetro parece muy profesional, pero de verdad que es un artículo muy barato (el mío es de la marca Tescoma y costó 20 euros) y de gran ayuda cuando se trata de freír este tipo de masas (a menos que vuestro ojimetro esté muy bien afinado):
Con las masas ligeramente impregnadas en aceite formamos bolitas del tamaño de una pelotita de ping-pong y las introducimos en el aceite en pequeñas tandas.
Para no quemaros los dedos, os aconsejo colocar las bolitas en la espumadera y sumergir la espumadera en el cazo (yo no lo hice así la primera vez y al soltar los buñuelos en el cazo, toqué el aceite con los dedos y me quemé…):
Freímos los buñuelos durante 3-4 minutos o hasta que estén ligeramente dorados, girándolos cada poco para que se frían uniformemente:
A medida que se vayan friendo, los retiramos del cazo con la espumadera y los dejamos escurrir sobre papel absorbente para eliminar el aceite sobrante.
Dejamos que se templen un poco (lo justo para poder tocarlos con las manos) y los pasamos a un plato con azúcar (o tagatosa en polvo) para rebozarlos:
Y una vez listos, vamos directamente a la mesa:
El relleno de pasas, piñones y orejones es delicioso. Si podéis emplear cáscara de naranja confitada, hacedlo sin dudarlo. En ese caso podéis sustituir la ralladura de piel de limón por naranja.
Lo mejor es tomarlos templados (si están demasiado calientes no percibiréis bien los sabores) y, sobre todo, lo antes posible. Esta masa tiende a endurecerse rápidamente, así es que no los dejéis varias horas sobre el plato, olvidados en la encimera (os aseguro que es algo bastante difícil…)
Claro que si notáis que comienzan a endurecerse, podéis acompañarlos con un buen espresso:
Espero que os haya gustado este dulce halloween-carnavalero. Yo estoy intentando crear el «Día sin Jefes». Caería en lunes y, por supuesto, no se iría a trabajar.
Creo que sería un éxito de público y crítica.
Deseadme suerte.
Tiempo: 20 minutos (preparación) + de 2 a 12 horas (fermentación) + 3 minutos/pieza (fritura)
Dificultad: baja
Anonadada me dejas, te ha quedado una receta espectacular, con video, con paso a paso y con unas fotos de desmayo, al final estoy tan impresionada que por último pienso en los buñuelos y tengo que decirte que también me encantan, no doy cerrado la boca, enhorabuenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
bicos
Cómo me alegro que te guste, Isa 😀
La cocina italiana es un jardín de sorpresas (comestibles)
¡¡Bicooooooooooooos!!
Wooow, wntrar en tu blog es una tortura, me llevaría todas la recetas, jajaj. Voy a tener que vivir otra vida para poder hacerlas
Bss
No te tortures y llévate de recuerdo uno de estos buñuelos (o cualquier otra cosa de la cocina) ¡Me alegra mucho que paséis por aquí! 😉
Besos
Helena, cómo me gusta verte de nuevo en acción en formato vídeo. Cada vez aprecio más los vídeos con el formato que tú empleas: nada de palabras habladas. Todo visual y la música envolvente.
Yo no vengo en plan listilla, pues estos dulces son totalmente novedosos para mi. Los blogueros gastronómicos somos un pozo de cultura gastronómica asombroso, ja ja ja. Si los venecianos conocieran el anís (que lo mismo saben lo que es), seguro que te copiaban la idea, porque el aroma de anís en repostería hace levitar.
En consideración por todos esos seguidores que tienes y que sufren a su jefe, me uno a tu instauración de un día sin jefe. Pero yo no tengo de qué quejarme. La verdad es que el mío es un encanto y se trabaja con él de maravilla.
besos.
Perfecto, Yolanda, ¡ya tenemos 2 votos!
Me alegro que te guste el vídeo. El experto cinematográfico es mi media naranja, y se queda muy contento cada vez que lee un comentario positivo 😉
Gracias y besotes
Mandíbula al suelo!!!!, me acabas de desarmar!, pero que pintaza tienen, además eso de que sobren para el día siguiente seguro que no es mi problema, soy la zompona oficial del reino, y las masas fritas me vuelven loca, loca, loca.
Que me ha encantado ese vídeo!!!, que bueno verte en acción.
Apunta otro voto para el día sin jefes, una idea fantástica!
Un besazo preciosa
Sí, en los vídeos se aprecia mi destreza y soltura fotograma a fotograma (como rebozando los buñuelos: ¡menudas manazas tan torpes!) 😀
Las masas fritas te dejan la cocina oliendo a fritanga tres días enteros, pero ¡qué buenas estááááán!
Otro besazo
Tiene una pinta estupenda!