Al hilo de la entrada anterior, y ya puestos a hablar de falsas primaveras y falsos veranos, entenderéis cómo esta receta viene perfectamente a colación.
Este conato de primavera (del que los coruñeses hemos sido inocentes víctimas) sólo nos ha dejado la dichosa astenia y una bonita colección de alérgenos.
Que conste que no aguanto el calor, ni me gusta tomar el sol (paso del blanco al rojo como un semáforo), ni esas sandalias que te descarnan los tobillos hasta que te acostumbras a ellas, así es que tampoco soy de los que andan lamentándose por las esquinas anhelando que llegue el calor. Mi ideal no es un verano achicharrante con interminables sesiones de solarium playero inmóvil sobre la tumbona como una iguana, pero digo yo que entre una cosa y otra habrá un término medio, ¿no?
¿No??
Como no me fío un pelo («piensa mal y acertarás» resume nuestra optimista visión meteorológica), yo ya me estoy preparando para el falso verano que se avecina con estas deliciosas falsas palmeras:
Con tanta cocina ultra-moderna se han puesto muy de moda los trampantojos culinarios, aunque esto, más que trampantojo es una trampita que no engañaría ni al pinche más confiado. La falsa palmera (que no es palmera porque no es de hojaldre) es en realidad una galleta con una doble masa de vainilla y chocolate.
Las genialidades siempre tienen dueño y para estas galletas me inspiré en las espirales del fantástico blog Dorian Cuisine.
Son bastante fáciles de hacer y el resultado es realmente aparente.
Debido a mi particular deformación ocular (que me hace ver dulces en cualquier forma y objeto) yo veo palmeras de hojaldre donde vosotros quizá veáis unas juguetonas olas de mar, un chorro de agua, una cola de ballena, unos simpáticos bigotes, un batir de alas o la sonrisa del Gato de Chesire.
En todo caso, os encantarán estas deliciosas, fotogénicas y multiformes galletas.
Ingredientes (para 15 galletas, aprox):
* 120 gr mantequilla blanda
* 75 gr tagatosa (o 150 gr azúcar)
* 1 huevo mediano
* una pizca de vainilla
* 250 gr harina
* 5 gr levadura química de repostería
* 15 gr cacao puro en polvo (yo utilicé cacao “Valor” desgrasado sin azúcar)
NOTA: la receta original emplea 150 gr azúcar, pero creo que podría disminuirse a 125 gr.
Comenzamos mezclando el huevo y el azúcar (o tagatosa)
En realidad, la receta original empieza mezclando la mantequilla y el azúcar (estas son las cosas que pasan cuando lees en francés sin saber francés), pero no creo que el cambio tenga importancia. Si sois obedientes, haced las cosas en el orden correcto: mantequilla-azúcar-huevo.
Incorporamos la vainilla y la mantequilla reblandecida (o el huevo, para los obedientes) No debe estar fundida, simplemente blanda al tacto:
Quedarán grumos y la mantequilla no se deshará por completo, pero no importa (al menos a mí no me importó)
Tamizamos la harina con un colador y la mezclamos con la levadura química. La incorporamos poco a poco mientras batimos al mismo tiempo:
La masa estará lista cuando se despegue de las paredes del molde y se adhiera a la pala o quede compacta y firme en las manos, de modo que podamos formar una bola:
Dividimos la masa en dos mitades iguales y a una de ellas le agregamos el cacao en polvo:
Amasamos bien hasta que el cacao quede totalmente integrado:
Forramos ambas masas con plástico y las dejamos reposar en la nevera unos 40 minutos (no es necesario que queden duras como una piedra):
Cuando estén frías y firmes, retiramos una de las porciones y la estiramos con el rodillo colocándola entre dos hojas de papel de horno (esto evita que se pegue a la superficie de trabajo y al propio rodillo y nos ahorra emplear harina)
Estiramos la masa hasta obtener un rectángulo de unos 30 cm de largo por unos 15-20 de ancho, y unos 4-5 mm de espesor:
Repetimos la operación con la segunda porción:
Colocamos una masa sobre la otra:
Y recortamos los extremos para formar un rectángulo perfecto:
Ahora enrollaremos cada uno de los extremos, por su lado más corto, hacia el centro. Os podéis ayudar del papel de horno para empujar:
Es posible que la masa se raje o se rompa un poco. Tampoco pasa nada. En este punto la masa de galleta es como plastilina y puede moldearse con los dedos, aunque cuando las galletas se horneen no se notarán esos defectos.
Procurad enrollar bien apretadas ambas masas y no dejar holguras. El resultado buscado es este:
Envolvemos el tronco en plástico transparente y lo congelamos 30 minutos.
Lo retiramos del congelador y con un cuchillo sin sierra bien afilado, cortamos lonchas de algo menos de 1 cm (se hincharán ligeramente en el horno debido a la levadura):
En total yo obtuve 15 galletas:
Las colocamos sobre una bandeja forrada con papel sulforizado y las introducimos en el horno, previamente calentado a 180º, durante unos 13 minutos (ojo: ¡cada horno es diferente!) o hasta que estén doradas.
Las retiramos, dejamos que se templen antes de moverlas y as colocamos sobre una rejilla para que se enfríen completamente.
Ésa es la teoría, porque en realidad no os vais a resistir a darles un pellizco.
Si nos os importa yo me quedo así, con una galleta en cada mano, a esperar el verano.
Tiempo: 20 minutos (preparación) + 2 horas (refrigerado) + 15 minutos (horneado)
Dificultad: media
He estado algún tiempo desconectada pero por fin he vuelto y tú eres la primera que visito y me sorprendes con estas galletas que tienen una pinta estupenda.seguro que están buenísimas con ese chocolate tan revelador.