Puré de galletas

 

Este es uno de esos platos que sólo puedes tomar si eres un niño, no te importan las calorías o acabas de correr una maratón (o piensas correrla luego…) No sé la cantidad de hidratos que debe contener (me temo que se sale de los registros), pero está, simple y llanamente, DELICIOSO.
Esta es una de mis meriendas favoritas de la infancia que incluyo en este blog (además de por un súbito ataque nostálgico) para participar en el simpático Reto del blog «Film & Food» que este mes de Septiembre nos invita a rememorar nuestra niñez.

No ha sido difícil pensar en platos que me pirraran de pequeña: ahí tenemos a las socorridas patatas con huevos fritos (de cuántos apuros habrán sacado a mis padres…), las galletas untadas con nocilla (casero precursor de las famosas galletitas del principito) o los macarrones gratinados extra crujientes…

Confesaré públicamente que por aquel entonces yo era un bicho raro para las comidas: sólo me gustaba el pollo y en concreto la pechuga (no es culpa mía: todo hubiera sido más fácil si los conejos, los cerdos y los terneros tuvieran pechugas) Además, el pollo tenía que estar en un estado de cocción cercano a la carbonilla (nada de carnes jugosas ni mucho menos sangrientas), de modo que mis padres solían freír los filetes (de un grosor milimétrico) hasta que quedaban tan duros, secos y tiesos sobre la plancha como una suela de alpargata, igualitos que si el pobre pollo hubiera muerto por una descarga eléctrica (por suerte nunca hicieron este comentario en mi presencia o hubiera dejado definitivamente de comer carne)

Puestos a despellejar, compartiré una anécdota de la que siempre me he sentido muy orgullosa:
Una vez, cuando tenía 4 ó 5 años, mi madre sirvió para comer unos filetes de lomo. Bingo: el lomo no tiene pechuga, y aquella carne fibrosa se empeñaba en atascarse en mi garganta como si fuera una bola de pelo… Remoloneé durante (lo que a mí y a mi madre nos parecieron) varias horas hasta que la carne acabó fría y aún más tiesa. Nos quedamos solos en la mesa yo y aquel triste plato de lomo, con mi madre repitiendo: «no te levantarás hasta que te lo comas todo» (o una frase similiar en la línea madrastra de Blancanieves)
En estas situaciones límite, el instinto de supervivencia actúa: cuando mi madre salió un momento de la cocina me metí los pedacitos de lomo en los bolsillos del pantalón y grité: «¡ya estoy!». Ella, sin creérselo del todo (revisó hasta el cubo de basura), me dejó marchar, no sin antes recibir mi premio por ser tan buena chica (un delicioso polo «flash» de Coca-Cola) Cuando fui al baño sólo tuve que tirar los pedacitos de carne por el inodoro y…. glu-glu-glu… comida para los peces (seguro que protestaron)

¿¿No creéis que fue una salida endemoniadamente inteligente?? aunque probablemente mi sufridora, paciente y abnegada madre tenga otra opinión (incluso otra versión…)
Si algún padre está leyendo estas líneas: acordaos de cuando erais pequeños (estoy segura de que muchos lo fuisteis) y no torturéis a vuestros hijos durante horas para que apuren el plato. Lo que no gusta, no gusta. Y no entra.

Ahora que habéis retrocedido en el tiempo hasta vuestra más tierna infancia, estáis listos para enfrentaros a este increíble puré de galletas trituradas con leche:

Puré de galletas

Es algo tan sencillamente genial como los ingredientes: leche, cacao y galletas.

Puré de galletas

Vamos, daos un capricho, dejad la dieta y los cereales integrales aparcados hasta mañana y probadlo:

Ingredientes:
* leche caliente
* cacao
* 15-20 galletas tipo María (para los más viciosos: cookies con chocolate)

No hacen falta explicaciones, sólo un consejo: es mejor no triturar excesivamente las galletas para que no quede todo hecho una papilla, sino trocearlas en pedazos grandes para que se reblandezcan en la leche y se deshagan en la boca…

Puré de galletas

 
Tiempo: 5 minutos
Dificultad: baja
 

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11 respuestas a Puré de galletas

  1. De pequeña echaba tantas galletas en el colacao caliente y las debaja tanto tiempo que cuando metía la cuchara se quedaba clavada!! Eran papas! Ahora lo pienso y hasta me parece una guarrada… pero qué ricas estaban! jaja 😀
    Un beso!

    • Helena dijo:

      Tal cual Yolanda: se quedaba clavada!!!!! de hecho, esa era la forma de saber que el puré estaba «en su punto»… Qué tiempos, eh? sin dietas, sin complejos… 😀

      + besines

  2. Pues yo era y soy de las que cojo la galleta y rapidamente le doy un remojón en el cola cao y la vuelvo a sacar no vaya a ser que se me caiga en el vaso, asi que te imaginaras para mi seria una tortura tus sopas de galletas!
    pero bueno ahora te las veo con otros ojos, seguiria sin comerlas, pero me deleito mirando las fotos…
    besos Esther

    • Helena dijo:

      Jajajaja, pues sí que ibas a sufrir! ojo, que si se trata de sólo de mojar, yo odiaba también que se me cayera la galleta justo antes de llegar a la boca..
      + besos y buen viernes!

  3. ingrid dijo:

    Ohhhha que bueno!! de pequeña también me preparaba un bol como este!! que recuerdos!!
    Muchas gracias por participar, me llevo la foto para el collage!
    Un beso fuerte

    • Helena dijo:

      Está claro que muchos hemos pasado por esta fase «monstruo de las galletas» 😀

      Gracias a ti, Ingrid, tus gofres chorreantes (y la foto) son espectaculares!
      + besines

  4. juliana dijo:

    q buena receta de infancia! no hay chico q no le guste una cosa asi! buensima la manera de deshacerte de la comida! jajajja habia q ingeniarselas cuando la opcion era comer o comer!

    • Helena dijo:

      Gracias Juliana! Deliciosas rosquitas, las tuyas (es verdad que las abuelas hacían las recetas «a ojo» y si les pedías más detalles no sacabas nunca agua clara…)
      Veo que eres de Buenos Aires, así es que muchos saludos desde Coruñaaaa!
      Besotes

  5. Krirsa dijo:

    Te he conocido gracias al reto y me ha gustado mucho tu blog, las fotos de este desayuno, te han quedado preciosas 🙂
    Saludos

    • Helena dijo:

      Muchas gracias Krirsa!
      Tus espaguetis con longanizas me recuerdan lo mucho que me gustaba (y gusta) la pasta, aunque yo siempre he sido más de macarrones 😉 Y de postre, el crumble de frutas del bosque que acabo de leer en tu blog tiene que ir genial!

      + besos

  6. ivana dijo:

    ñam! ñam!
    besitos

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