Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

 

He comprobado que cuando me siento delante del ordenador desperdicio un buen puñado de valiosísimos minutos (pongamos que los minutos se miden en puñados) cerrando incontables ventanas de alerta. Es como si la maldita máquina esperara el momento más oportuno (entiéndase la ironía) para decidir actualizarse y/o reiniciarse y/o recordarme que:
1º Tengo que solucionar múltiples y urgentísimos problemas de mi equipo (insinuando que, de no hacerlo, el portátil explotará de forma inminente en mil pedazos)
2º Tengo que limpiar mi escritorio de programas y archivos inútiles (insinuando que mi portátil es poco menos que un nido de culebras y yo una usuaria descuidada y negligente a la que deberían tener prohibido el uso de cualquier dispositivo electrónico)
3º Tengo que conocer, sin falta, las interesantísimas actualizaciones disponibles de mi anti-virus (insinuando que, en mi insensatez, estoy a merced de indiscriminados ataques hackers que, ¡cómo no!, pueden provocar la explosión de mi portátil de forma inminente)
4º Ha caducado la versión de prueba gratuita del editor de fotos y que ya va siendo hora de que pase por caja a pagar la licencia (sí, a eso iba)
5º Tengo que obtener YA el dichoso (¡dichoso!) Windows 10, sin el cual es inconcebible sobrevivir ni 5 minutos (y sin el cual sospecho que mi portátil acabará explotando en mil pedazos…)

Por si no me he explicado bien, odio perder el tiempo.
Por suerte para mí, vivo con un informático (menos suerte tiene él)

Todo este rollo me vino a la cabeza el otro día cuando ojeaba una receta de pan.
El pan en cuestión lucía una pinta impresionante (ya quisieran tener algunas para sí esa corteza y esa miga), y cuando me detuve a leer el paso-a-paso de la receta, me encontré con la siguiente frase: «…tras las primeras 12 horas de fermentación…»
Evidentemente, no seguí leyendo: tras 12 horas de espera, lo único razonable que puede hacerse es comerse el maldito pan, aunque sea crudo, o tirarlo a la basura.

A estas alturas ya debéis conocerme (a punto de cumplir los 5 años de blog, hasta podemos tutearnos) y saber que no me gusta perder en una receta más tiempo del imprescindible.
Doce horas puede ser un tiempo razonable para volar al Perito Moreno, pero no para preparar una masa de pan (y me temo que la receta seguía y seguía…)

Por eso me gusta tanto la focaccia de hoy. Es fácil, es rápida y está buenísima:

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Tomé la receta del blog «Foodness Gracious», a la que añadí tomatitos secos (seguro que os han sobrado unos cuantos de la pizza extrafina) y queso parmesano.
La receta original emplea dos pequeñas sartenes de hierro fundido para hornear dos focaccias. Yo utilicé una sartén grande no tan buena ni tan resistente a altas temperaturas (pero recién comprada, lo que justificaba su uso) para conseguir ese mismo efecto de hogaza redonda tan bien compuesta.
También podéis aprovechar un molde desmontable para bizcochos o colocar la masa directamente sobre la bandeja de horno.

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

La focaccia es una masa de pan tierna y esponjosa que si se presenta en la mesa siempre se termina antes de que llegue el primer plato. Ésta en concreto, acompañada de un buen queso (fundido, en lonchas o en crema) o un buen jamón, o una salsa en la que mojar (ahí es donde luce un alioli o un pesto), hace un estupendo plato principal.

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

En terminos de coste-beneficio, este es un pan perfecto.
Y dediquemos esas 12 horas a algo realmente productivo.

Ingredientes (para una focaccia redonda de 26cm):
* 250 gr agua tibia
* 140 gr harina de fuerza
* 140 gr harina común
* 10 gr (2 sobres) levadura seca de panadería
* 3 tomatitos secos picados muy finos
* 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra (y un poco más para untar)
* 1 cucharadita de sal
* 2 cucharadas de romero seco (y algo más para decorar)
* sal gruesa o sal Maldon (para decorar)
* una cucharadita de queso parmesano rallado (para decorar)

Mezclamos todos los ingredientes (excepto la sal gruesa y el queso parmesano) en un recipiente grande, o en el bol de la amasadora:

Paso a paso: mezclar los ingredientes

Con el garfio de la amasadora (o a mano) mezclaremos los ingredientes hasta obtener una masa tersa y elástica, sin grumos ni «chichones». En la KA, a baja velocidad, suele llevar entre 8-10 minutos.
La masa se desprende de las paredes del molde y el garfio, pero debe ser húmeda un poco pegajosa:

Paso a paso: amasar

Volcamos la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y la boleamos:

Paso a paso: formar una bola

Engrasamos una fuente o un molde redondo desmontable apto para el horno, aplastamos la masa y dejamos que fermente 1 hora, en un lugar seco y cálido (el interior del horno, encendido a 35ºC, es una buena opción)
Si no queréis utilizar un molde para hornear el pan, podéis dejarlo leudar directamente en el bol del amasado y colocarlo después directamente sobre una hoja de papel sulforizado.

Paso a paso: colocar en un molde engrasado
Paso a paso: dejar fermentar

Transcurrido ese tiempo, la engrasamos bien con aceite de oliva y la espolvoreamos con romero, queso parmesano y sal gruesa:

Paso a paso: engrasar y aderezar

Por último, practicamos unos cortes decorativos en diagonal con un cuchillo sin sierra bien afilado (el greñado del pan debe realizarse con un movimiento seco y rápido, a modo de espadachín, no como un carnicero despellejando una oveja):

Paso a paso: practicar cortes

Introducimos el pan en el horno, previamente calentado a 205ºC-210ºC, durante 30 minutos, aproximadamente (ojo: ¡cada horno es diferente!), o hasta que la base del pan suene hueca al golpearla (muestra inequívoca de que un pan está cocido)
La retiramos del horno y la dejamos templar sobre una rejilla.
Antes de servirla, podemos pincelarla con un poco más de aceite de oliva.

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Este es un pan pensado para untar, así es que no seáis tímidos.

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano


Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

Seguiría contando virtudes de este pan (que es tierno hasta decir basta, que el aroma a romero es delicioso, que la sal gruesa le da un puntito muy sabroso…) pero el portátil insiste en reiniciarse ya, sí o sí, por mucho que yo le ande protestando.
Por suerte, las masas de pan son más dóciles que las computadoras.

 
Tiempo: 20 minutos (preparación) + 1 hora (fermentación) + 30 minutos (horneado)
Dificultad: baja

  • Print
  • PDF
  • email
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn
  • del.icio.us
  • Netvibes
  • Bitacoras.com
  • StumbleUpon
  • Meneame
  • Tumblr
Esta entrada fue publicada en Pan y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Focaccia con romero, tomatitos secos y parmesano

  1. Yaiza Hernández Delgado dijo:

    Ay Helena! Me he reído mucho con lo que cuentas al principio del post y también me he sentido identificada. Yo también vivo con un informático y aunque antes siempre me las apañaba para resolver los problemas tecnológicos, ahora no muevo ni un dedo y siempre estoy dándole la lata. La focaccia, con esos tomatitos y el parmesano me está diciendo «cómeme». Se ve deliciosa. Vamos, que me encanta esta receta!
    Muchos besos

    • Helena dijo:

      Informáticos, médicos y abogados debería haber en todas las familias, ¿verdad? 😉
      ¡Me alegro que te guste la focaccia!
      Buena semana, guapa.
      + Besos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.