Calabazas de pan de mantequilla con centeno y semillas

Pocas cosas hay tan agradecidas en la cocina como preparar pan casero. Da una satisfacción enorme comprobar como esa pasta de agua y harina trabajada con tus propias manos coge forma y engorda en el horno hasta convertirse en una hogaza bien hermosa.
Lo mejor de preparar pan en casa es que podemos hacer las perrerías que queramos: jugar con diferentes tipos de harina, añadir rellenos, utilizar moldes rectangulares, redondos, darle forma de corona, de flauta… o de pequeñas calabazas:

Calabazas de pan de mantequilla con centeno y semillas

La base de los panecillos es de una receta de Sònia, de «L’Exquisit», en la que incluí harina de centeno para dar a la miga un color más tostado. También añadí semillas de calabaza a la masa, y el resultado son unos bollitos de pan de mantequilla semi integrales de lo más sabrosos, con una miga densa y esponjosa.

Calabazas de pan de mantequilla con centeno y semillas

Ya veréis como no es nada complicado preparar estas mini calabazas: sólo hacen falta unos cortes precisos con el cuchillo y unas pinceladas de huevo batido.
Por estas fechas, cercanas a ese super éxito de marketing llamado Halloween, los blogs americanos andan llenos de preciosas obras de arte como estas. En muchos de ellos utilizan medias nueces pacanas para simular los rabitos, mientras que yo he utilizado almendras crudas con piel.
Sinceramente no me van mucho este tipo de celebraciones (prefiero nuestros autóctonos panellets a esta creciente invasión de calaveras y disfraces), aunque reconozco que siempre es una buena excusa para meterse en la cocina, relajarse amasando pan y preparar estos bonitos (y riquísimos) panecillos caseros con los que decorar la mesa.

Ingredientes (para 6 panecillos de unos 90gr):
* 300 gr harina de fuerza
* 25 gr harina de centeno integral
* 1 cucharadita de sal
* 10 gr tagatosa (o 20 gr azúcar)
* 5 gr levadura seca de panadería
* 30 gr mantequilla a temperatura ambiente
* 110 gr leche semidesnatada templada, aproximadamente
* 1 huevo mediano
* un puñado de semillas de calabaza
* 6 almendras crudas con piel (para decorar)
* un huevo pequeño (para pintar)

En un recipiente mezclamos con las varillas de amasar ambos tipos de harina, la sal, el azúcar (o tagatosa), la levadura seca, la mantequilla en dados y el huevo. Incorporamos la leche templada poco a poco y continuamos trabajando con las varillas durante unos 5 minutos hasta obtener una masa húmeda y elástica:

Una vez la masa esté compactada será bastante pegajosa. Para poderla trabajar sin tener que espolvorearla con más harina (lo que provocaría que los panecillos perdieran esponjosidad), hago lo siguiente: cojo la masa con una mano, le doy media giro en el aire y la lanzo con fuerza (es importante hacerlo con decisión y energía) contra el interior del recipiente (¡conviene tener buena puntería y sujetar el molde con la otra mano!) Repito esta serie de golpeteos entre 10 y 15 veces, dependiendo de la humedad de la masa, hasta que ya no se me pega a los dedos y se vuelve gomosa y suave. Ya veréis como es un paso muy rápido y sencillo.
No sé si es una proceso muy ortodoxo, pero a mí me funciona muy bien con todo tipo de masas altamente hidratadas:

Una vez realizado el golpeteo, volcamos la masa sobre el mármol de la cocina y sin necesidad de amasarla mucho más, la boleamos ligeramente (con ambas manos la arrastramos un par de veces hacia nosotros para que la superficie se tense) y formamos una bola:

Colocamos la masa dentro del mismo recipiente, lo tapamos con plástico transparente y dejamos que leude en un lugar cálido (por ejemplo, en el interior del horno a 34º) durante 1 hora.

Una vez la masa haya duplicado su volumen la cortamos en porciones del mismo tamaño. Yo la corte en 6 trozos y los pesé individualmente para obtener 6 panecillos iguales de 90 gramos, aproximadamente:

Tomamos cada una de las bolitas, la aplastamos y colocamos un puñado de semillas de calabaza:

Las amasamos de nuevo para que las semillas se repartan uniformemente y las colocamos sobre una bandeja forrada con papel sulforizado:

Las aplastamos ligeramente y practicamos 5 cortes laterales en forma de estrella con un cuchillo afilado:

A continuación hacemos una pequeña incisión con la punta del cuchillo en cada una de las bolitas, justo en el lugar donde después clavaremos las almendras, a modo de rabitos de calabaza:

Dejamos leudar de nuevo los panecillos en un lugar cálido durante 20 minutos.

Transcurrido ese tiempo los pintamos con huevo batido:

Y clavamos las almendras. Podemos volver a practicar la incisión con el cuchillo o un palillo si durante el leudado el agujero se hubiera cerrado:

Introducimos la bandeja en el horno, previamente calentado a 200ºC, durante unos 13 minutos, o hasta que los panecillos hayan subido y la corteza esté bien dorada.
Los retiramos y dejamos que se templen en una rejilla.

Calabazas de pan de mantequilla con centeno y semillas

Estuve dudando si añadir puré de calabaza a la masa, pero finalmente opté por una masa de pan-pan que me ha encantado: la miga está tierna y apretada y la corteza bien crujiente.
Están deliciosos untados con crema de queso (que tan bien combina con la calabaza, por cierto)
¿Qué os parecen estos panecillos para adornar un centro de mesa? ¿Os animáis a prepararlos?

Enviado a YeastSpotting.

 
Tiempo: 1 hora (1er. levado) + 20 minutos (2º levado) + 15 minutos (horneado)
Dificultad: media

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